Yo supongo, y me aferro a creer, que detrás de las letras existen otras noches, otras miradas, otras verdades disfrazadas de insomnio y ciego palpitar de teclas: De repente se siente el espasmo de inspiración y vértigo, que me apresura por una hoja en blanco, como quien busca una bolsa para vomitar un poema. C H A R C O S: VENTANAS (en colaboración con Alfredo Carrera López)

9 de octubre de 2005

VENTANAS (en colaboración con Alfredo Carrera López)


En toda mi casa hay ventanas. Las hay más en casa de mis abuelos y muchas más en casa de mi amigo Santiago.

Todas están enmarcadas en madera de roble, con grandes barrotes de metal en cada hoja, tal vez para que los de afuera imaginen que somos prisioneros, o para que observen todo cuanto ocurre dentro.

A mí me gustan las ventanas abiertas, no estas prisiones que simulan ser casas. A veces me da por sentirme demasiado enclaustrado, casi enloquecido recorro la casa a gran velocidad abriendo todas las ventanas. A Santiago le molesta mucho que haga esto, dice que su casa no es para correr, sino para estar y comer y dormir. Su madre se ríe de mis desplantes pero él se enoja. Yo creo que a Santiago no le gusta el aire exterior, piensa que los vidrios son parte de una muralla que protege celosamente lo que es suyo, sobretodo el viento de su propia respiración.

Alguna vez me contó que cuando era pequeño, vivía en otra casa con ventanas grandes, se aventó tratando de coger un pájaro de plumas muy rojas. Ell ave levantó el vuelo pero Santiago ya estaba fuera del edificio, respirando vertiginosas bocanadas del aire que separaba su ventana de la tierra, tres pisos más abajo. Afortunadamente cayó sobre un lodazal, pero se rompió varios huesos.

Dice su madre que por eso tienen ahora barrotes todas las ventanas, teme sobremanera otro accidente parecido; a pesar que Santiago tiene ahora más de 20 años. Yo entiendo el miedo a un accidente, pero me parece que existe otra razón más secreta para que Santiago se encierre así.

En cambio, en mi casa es muy distinto: cuando empiezo a correr para abrir ventanas, mi madre grita corriendo tras de mí, cerrándolas todas de nuevo. Piensa que corro a suicidarme. No entiende que soy más feliz creyendo que los barrotes están por ella y no para mi resguardo.

No hay comentarios.: