Yo supongo, y me aferro a creer, que detrás de las letras existen otras noches, otras miradas, otras verdades disfrazadas de insomnio y ciego palpitar de teclas: De repente se siente el espasmo de inspiración y vértigo, que me apresura por una hoja en blanco, como quien busca una bolsa para vomitar un poema. C H A R C O S: febrero 2006

16 de febrero de 2006

¿Porqué no tengo novia?


Tratamos de hablar. Lo aguanté largamente escupiendo en mi cara cada vez que pronunciaba la "f" y la "s", dándome de nuevo razones estúpidas. Cada vez que llega tarde me encoge un poco. Es aún peor cuando se distrae para mirar a la chica atractiva que de cuando en cuando pasa por su lado; aunque tenga caras distintas, cuerpos distintos, siempre es la misma: se llama "Perfecciónquenotengoyo", aparentemente él tampoco la tendrá nunca. Hay un límite para llegar tarde, para mirar nalgas, para mentir; siempre lo hay, tal vez a partir de hoy no lo volveré a tolerar.

Ella no entiende (ni nunca entenderá), lo difícil que es tenerla contenta. Ya casi nunca está contenta de hecho. ¿Pero qué quiere que haga? Sí, soy impuntual, tal vez no lo sería tanto si ella no escogiera precisamente las horas de nuestras citas temprano en la mañana o justo en medio del único programa de televisión que verdaderamente disfruto ver. Qué importa si es un programa estúpido y no me deje nada, he crecido con él y no pienso perdérmelo siempre sólo por llegar al cine a ver una película que en realidad no quiero ver, o a sentarme en un café a ver pasar gente. El colmo es que me recrimine que vea demasiado a algunas de esas personas que pasan.


A veces pienso que nunca podremos llegar a comprendernos. Siento como si odiara hacer lo que yo quiero hacer pero él nunca propone nada. Si tanto le gustan esas otras que pasan debería irse con una, estoy segura que esa también terminará por llevarlo al café o al cine, o peor, le hará gastar dinero e ir por ella todos los días a su casa. Más bien debería agradecer que yo no soy tan interesada, que lo quiera tal y como es (excepto por esa ligera lluvia de baba cada vez que habla con prisa).


A fin de cuentas ¿qué demonios quieren las mujeres de los hombres? Al principio todo era miel, hasta logré que disfrutara besarme a pesar de mis braquets. Podíamos hablar de cualquier cosa ¿o no? Realmente la única diferencia entre ser novios y amigos era el sexo. Pero ahora ni siquiera eso sucede sin que haya alguna recriminación. Como si me equivocara en todo maldita sea, ahora ya no hablamos de nada que no sea la idiotez que cometí en algún momento del día. Tampoco podré entender nunca cómo es que las mujeres logran decir tanto en tan poco tiempo: me da unos cuantos segundos de pausa para responder a sus reclamos de horas y por supuesto, con lo poco que se me ocurre bajo tanta presión, sus labios aumentan al triple su velocidad en el siguiente tiroteo lleno de furia porque respondí puras incoherencias.


Me acuerdo de los primeros días: se hacía el difícil, me hacía la difícil. Qué delicioso era el coqueteo, ojalá nos hubieramos quedado ahí para siempre: rozando nuestras manos, mirando uno al otro sin que se diera cuenta, luego el cruce de nuestras miradas tan repentinamente que no nos daba tiempo para descubrir el exceso de segundos que habían pasado sin apartar los ojos de sus ojos. ¡Esa mirada! Tan capaz de desnudarme, de traspasar mi cuerpo y escrutarme el alma, por lo menos así se sentía. ¿Porqué ahora ni siquiera puedo recordarla con exactitud? ¿Será que hace tanto tiempo que no me mira así? Pero así mira a las otras. Malditas sean, a ver si la que sigue le aguanta que vea "Gilmore girls" todas las tardes.


Me acuerdo que al principio antes de reclamarme porqué llegaba tarde, me preguntaba qué había pasado, con esa carita de preocupación tan bella que sólo las mujeres son capaces de hacer. Hasta se interesaba por mis anécdotas de lo que había hecho antes en el día y lo que me molestaba de algunas personas que se cruzaban conmigo. Algunas veces hasta se olvidaba de que estaba molesta, incluso olvidaba el café, el cine, podíamos sentarnos en cualquier plaza o caminar por las calles, entre la gente extraña, sin callarnos y sin dejar de oírnos. No había más que ella, más que su plática en el aire y en el mundo entero. Mis amigos se burlaban mucho de mis cambios de voz cuando ella era parte del tema de conversación, en el fondo tenían un poco de envidia porque yo estaba enamorado... Cursi de mí. Ahora que la oigo gritarme (otra vez) empiezo a comprender porque mi amigo Jaime (el que dibuja comics) siempre dibujó a mi novia con un látigo en la mano.


Lo que fue el colmo fue cuando me llevó a ese bar apestoso a conocer a sus amigos. Me dejó hablando con el más bruto, mientras él se iba con otros dos a ver quién sabe qué revistas. ¿De veras no se darán cuenta los muy idiotas de lo incómodo que es ser la única mujer en una mesa y que el tema de conversación sea el escote de la mesera? ¡Ah! No sé qué me impidió ahorcarlo ese día, aunque se mantuvo callado todo el tiempo, estaba viendo también a la mesera; y luego a mí, como si yo no me fuera a dar cuenta. Por supuesto que no íbamos a volver a salir con ellos y mucho menos al bar con la mesera del escote. ¿Qué tiene de malo que a mí me guste ir al cine? Hasta me dio risa cuando se enojó porque sonreí en una película cuando salió el trasero de Antonio Banderas ¿creyó que no noté que el estaba viendo los senos de Angelina Jolie?


El único día que yo propuse el lugar, se puso como furia porque mis amigos son demasiado sinceros. Cuando lo volví a proponer, con toda la intención de demostrarle que el lugar era bonito para estar solos y platicar, se molestó y se puso a llorar reclamándome que yo sólo quería ir por la mesera. Con lo rápido que se puso a hablar no me dejó ni decirle que la tal mesera es mi prima segunda, pero nos caemos demasiado mal como para saludarnos en público. ¡Está bien! Me gusta voltear a ver a las mujeres, me gusta como caminan y pues sí, soy hombre, ella no se tapa los ojos cuando ve pasar un hombre guapo. Lo malo es que cuando me atrevo a decir mis argumentos se pone a llorar y entonces sí no sé ni que hacer, luego dura demasiado, me aburro (¡no puedo evitarlo!) y pues...empiezo a ver otra vez a la gente alrededor, entonces ella llora más fuerte. Me dan unas ganas de echar a correr cada vez que hace eso. Aunque me duele verla llorar, ojalá pudiera hacérselo saber de algún modo que no representará tanta complicación.


Pareciera en verdad que no me conoce. ¿No sabe que odio que llegue tarde porque siento que ya se olvidó de que estoy esperando? Por mi cara todos se dan cuenta, creen que "alguien" me dejó plantada y la gente empieza a verme raro. Es tan obvio, él sabe que soy muy sensible, debería suponer lo que siento cada vez que tengo que esperarlo más de quince minutos. Ya ni siquiera tengo ánimos de verlo cuando llega, sólo me dan ganas de echarle en cara todo el sufrimiento que me hizo pasar y explicarle qué humillante es que la dejen plantada a una. Él no contesta nada, por lo menos nada que tenga que ver, me da excusas y cuando las oigo enloquezco y recuerdo, como un suspiro, como un ligerísimo piquete en los brazos, cómo antes no pasaba esto, lo que se sentía verlo llegar. No puedo evitar que se me salgan las lágrimas de los ojos, ¡cuánto lo odio! no sabe, no ve que mi llanto es un grito claro y fuerte de que necesito que me abrace fuerte y me diga lo estúpido que es pelear todo el tiempo, que en el fondo nos queremos más que al principio ¡No! En vez de eso se desespera y empieza a sudar, me da palmaditas en los hombros como si fuera uno de sus amigotes; y luego ¡se harta y empieza a ver alrededor otra vez! ¡Es para matarlo!


Mis amigos tienen razón: No tengo porqué dejar que me grite todo el tiempo. No tiene ni caso explicarle nada, de todas formas me seguirá gritando porque estoy harto de ir siempre a los mismos lugares. Ya no quiero pasar por lo mismo porque sé que no voy a saber qué contestarle. Será mejor terminar con ella y esperar que el destino no sea demasiado cruel y no me haga esperar demasiado en celibato y castidad. La verdad no me gusta estar solo, ¿ y para qué negarlo? voy a extrañar estar así con ella, se ve tan linda dormida. Pero todo es cosa de que despierte y salgamos del cuarto para que todo se arruine y se empiece a quejar por todo y yo no entienda nada. Nunca me voy a acostumbrar: todas las mujeres son iguales.


¿Y si justo ahora rompo a llorar qué va a hacer? Seguro se harta y me deja por otra el muy ingrato. Si ya sé que nunca ve todo lo que hago por él: cuánto lo he esperado sola, cuánto tardo planeando nuestras salidas o alguna conversación, cuánto me esmero en elegir mi ropa y arreglarme para que no pueda quitarme la mirada de encima y no tenga que mirar a nadie más. ¿Será tan idiota para no adivinar que a veces sólo me bastaría que me dijera que le gusto y que me quiere? Pero no se lo voy a decir, si no se dio cuenta él solo del porqué me enojo y lloro es porque no le importo, ni me conoce. Y por su culpa vamos a terminar justo hoy: porque es un bruto y sólo le importa el sexo. La verdad todos los hombres son iguales.