Guarda silencio
mientras la arena transgrede al vidrio
mientras los minutos hacen estallar
la última hoja.
Ningún sonido puede penetrar
en el instante de concilio.
La marea de principios
de esos que marcan el caos,
exige lentitud ahogada
y tranquilidad espesa;
como la bruma de aliento
que antecede un beso,
o el espacio de aire
donde los paracaídas
abren las alas
sin lograr volar del todo.
Los ríos huyen sin rumbo preciso,
en rumor monótono y disperso;
los días se elevan y caen fatigados,
uno detrás del otro.
Pero no hay que olvidar el instante
en que nace el agua marchita,
el momento justo en que luna y sol
se abrazan en batalla rosa-anaranjada,
desesperada y nostálgica.
No se deben perder los segundos
de sangre y absolución:
las manchas de la rutina
encubiertas e inesperadas,
que nos roban el respiro.
Porque en esos segundos,
irreconciliables y absolutos,
nada se puede hacer más que mirar
y guardar silencio,
mientras el tiempo
nos traspasa.
mientras la arena transgrede al vidrio
mientras los minutos hacen estallar
la última hoja.
Ningún sonido puede penetrar
en el instante de concilio.
La marea de principios
de esos que marcan el caos,
exige lentitud ahogada
y tranquilidad espesa;
como la bruma de aliento
que antecede un beso,
o el espacio de aire
donde los paracaídas
abren las alas
sin lograr volar del todo.
Los ríos huyen sin rumbo preciso,
en rumor monótono y disperso;
los días se elevan y caen fatigados,
uno detrás del otro.
Pero no hay que olvidar el instante
en que nace el agua marchita,
el momento justo en que luna y sol
se abrazan en batalla rosa-anaranjada,
desesperada y nostálgica.
No se deben perder los segundos
de sangre y absolución:
las manchas de la rutina
encubiertas e inesperadas,
que nos roban el respiro.
Porque en esos segundos,
irreconciliables y absolutos,
nada se puede hacer más que mirar
y guardar silencio,
mientras el tiempo
nos traspasa.
.
.
.
.
Reste en silence
tant que le sable dépasse le verre,
tant que les minutes faisant éclater
le dernier feuille.
Aucune sonne peut entrer
dans l’instant de conciliation.
La marée de débuts
qui marquent le chaos
exige lenteur noyée,
tranquillité épaisse ;
comme la brume d’haleine
qui anticipe un bise,
ou l’espace d’air où les parachutes
ouvrent les ailes
sans pouvoir voler tout a fait.
La rivière marche sans chemin précis,
en brouille monotone et disperse ;
le jour se lève et tombe fatigué,
un fois après l’autre.
Mais il faut ne pas oublier l’instant
de naissance d’eau étiolée,
le moment juste où lune et soleil
s’embrassent dans un battre
rose- orange, nostalgique
et désespéré.
Ne perdre pas les secondes
du sang, d’absolution :
les taches dans la rutine,
déguisées et inattendus,
qui nous volent la respiration.
Parce que dans ces secondes
irréconciliables et absolues,
on peut rien faire sauf regarder
et rester en silence ;
pendant que le temps
nous transperce.
1 comentario:
Wow, me fascinó, particularmente la parte de la luna y el sol abrazándose en batalla. Can't wait to see another.
Saludotes y Abrazotes
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