“Y rogar un olvido tan grande que acabe... transformándome”
Jonathan Coe, La casa del sueño
Rogar que en herrumbre caigan palabras,
muerte de sílabas con estruendo de mar,
que caigan tus manos en lo desconocido:
alas quebradas en tierras sin aire.
Rogar que de tus sueños no escape mi voz,
que en estelas azules y rojas
perezcan todas las realidades
y se iluminen todas las sombras.
Rogar no ver en el negro tu silueta,
para que el azoro no me robe matices,
para que el suspiro no asfixie horizontes;
nunca más escuchar gritos en tus ojos.
Rogar para no ver desterrado mi pecho
en redes conjuradas en la ausencia,
en la incertidumbre de labios fugaces
reventados en el puño de la distancia.
Rogar que el beso de la amnesia
me devuelva el respiro y el perdón,
para ser manto de mi propio nombre
y recrear certezas en vacíos.
Rogar para ya no rogar
que de tus pasos salga mi refugio,
perder tu estela lejos, entre niebla;
huir de esperanzas
y desplegarme en otro cielo.